Wednesday, August 15, 2007

 

Escuela 59 y 60 Peralillo-Escuela de Niñas 2 San Fernando

Director de la Escuela de Hombres Nº 59 por muchos años fue don Juan de Dios Vial Rivadeneira.



Biblioteca Pública Nº 242, Leopoldo Torres Muñoz de Peralillo, contigua a la antigua escuela de Hombres.

Escuela de Hombres Nº 59, declarada Monumento Histórico, ubicada en Calle Caupolicán 501, Peralillo, Decreto:877 30/06/2005,


1927 Alumnas de la Escuela Nomal visitan la Quinta Normal. En la foto, 1ª fila abajo en 5º lugar, mi mamá Elisa Lagos Arraño.

1927, en la foto de der.a izq., la 3ª, Elisa Lagos Arraño.


1928, mi mamá Elisa Lagos, recién egresada de la Escuela Normal con la Sra. Filomena Pavez, pensionistas en casa de don Daniel Parga y Sra. Catalina, cuando empezó a trabajar en Peralillo.



2ª fila de izq a der. en 4º lugar mi mamá, a su izq. abajo, Pilar Pérez Ahumada.

Sra. María Fariña Espinoza casada con Mero Araya, fue nuestra profesora.




Antigua Escuela de Niñas Nº 60 en Avda. Errázuriz esq. 18 de Septiembre. 2001

EN PERALILLO

Como contaba antes, aprendimos a leer y escribir en las escuelas primarias de Peralillo, Elisa, Sara y Nana (certificado estudios 15 dic 1947 firmado por M.Fariña y F.Pavez) en la Nº 60, escuela donde trabajaba mi mamá bajo la dirección de la Sra. Filomena Pavez y nuestra profesora Sra. María Fariña y Lucho en la Escuela de Hombres Nº 59, la más pequeña, Mónica, estudió en Escuela Nº 2 de San Fernando.

Escuela de niñas Nº 2 de San Fernando

Antigua Escuela de Niñas Nº 2, ubicada en Avda. Manuel Rodríguez, antes del terremoto de 1985.

Después del terremoto, fue demolida y reconstruida posteriormente. Actual Escuela de Niñas D-418, Chacabuco esq, Manuel Rodríguez.


Vista Aérea Avda. Manuel Rodríguez San Fernando, 1947. La Escuela de Niñas Nº 2, se puede ver al centro, es el edificio de 2 pisos.

Avda. Manuel Rodríguez, al fondo la Iglesia de San Francisco, 1947.

La fotografía que se ve fue tomada en el año 1947 en una calle de la ciudad de San Fernando, VI Región de nuestro país. Esta ciudad está llena de tradiciones de la cultura campesina y rural de la zona central de nuestro país.
Autor Anónimo
Fuente Universidad de Chile
Fecha de publicación 26 de Mayo de 2006

Escuela Nº 2 de Niñas San Fernando. Mi mamá con su curso III A.


1952, con su curso VI D.

Profesorado Escuela Nº 2 de Niñas de San Fernando. 1º fila 2º Nelly Vega, 7º Elisa Lagos Arraño.

En esta escuela trabajó mi mamá desde 1948 a 1956. Aquí Mónica aprendió a leer y escribir con su mamita Berta, luego pasó al Colegio de la Inmaculada Concepción en el que estuvo hasta nuestro traslado a Santiago. Siendo alumna de la Escuela participó en una elección de Reina de la Primavera Infantil.

Eugenia Castell, elegida Reina de la Primavera Infantil como EUGENIA I, alumna de la Escuela 2 de Niñas de San Fernando junto a sus damas de honor, la más pequeña, Mónica, mi hermana, abajo dos pajes, uno de ellos hermano de Eugenia.



Carro alegórico con la reina y su corte.

Recuerdos de Mónica

(Continuación I Parte) A Pamela no le quedaron recuerdos traumáticos de ese cambio, ocurrido cuando ella aún no cumplía los cuatro años, seguramente muy protegida por el ambiente cálido familiar. La casa, una casona antigua ubicada en plena avenida Manuel Rodríguez, la principal de la ciudad, guardaba secreto fabulosos de cuando se suponía había alojado allí el guerrillero Manuel Rodríguez en alguna de sus correrías. Por lo menos, eso se contaba. Y aún cuando fuera sólo una fantasía, adornaba la casa con un halo especial.Los niños fueron ubicados en colegios privados católicos del lugar, excepto Pamela, que por ser muy chiquita, ingresó al kinder de la Escuela Superior de Niñas donde su madre hacía clases. La sala de clase era pequeña, tenía al centro una casita con un lobo. ¿Un lobo?. Sí, al menos eso le parecía a Pamela que se imaginaba ser la Caperucita Roja.Un día llegó corriendo a su casa para contar con voz asombrada:- ¡Mamá!, la Mamita Berta no se llama Mamita Berta, se llama... ¡Presente Mamita Berta!.En su ingenuidad Pamela creyó que su profesora apodada cariñosamente "Mamita Berta " (cuánto más adecuado que las actuales "tías"), tenía otro nombre, a raíz de que ese día le habían enseñado a contestar la lista de asistencia.Su paso por la Escuela Superior de Niñas fue plácido, sólo empañado por la obligatoria cucharada de aceite de bacalao que todos los días debían soportar cual suplicio chino, y no falto de alguna glorias, como haber sido la primera alumna en aprender a leer "de corrido", lo cual le valió el gran honor de leer en un acto público dentro de la escuela, un trozo con loores a los maestros, pues precisamente ese día se celebraba el día del maestro. Esto le atrajo un sartal de burlas de sus hermanos, que hasta el día de hoy, la imitan y le cambian el sentido a aquellas magníficas palabras.Pasando a tercera preparatoria su madre consideró prudente trasladarla al colegio de monjas de la ciudad . Allí, sin mediar examen ninguno fue obligada a repetir la segunda preparatoria. En ese colegio la niña empezó a darse cuenta de que era pobre. En la escuela ella era la hija de la profesora, un personaje de la elite, pero en el colegio particular, perdió sus fueros y se vio desplazada por otras niñas, que sin ser mejores alumnas, tenían padre con dinero. Sin embargo, esto no la llevó a crearle resentimientos y todo lo contrario, volcó sus ansias infantiles hacia un anhelo de dar y servir a lo demás. Y así fue como empezó a ayudar a una niña muy pobre que pasó uno de esos días frente a su casa, con pequeñas cosas que estaban a su alcance de niña no tan pobre. También le rogaba a Dios que le diera vocación, que ella sabía no tenía, para ser monja misionera y viajar a tierras lejanas a convertir chinitos.Tenían entonces una empleada llamada Marina, casi tan niña como los hermanos, a quien incorporaron a sus travesuras infantiles. No se perdían la matinée en el cine Municipal... sus favoritas... las comedias musicales norteamericanas como aquella inolvidable : Té para Dos de Doris Day, las películas de Fred Astaire y Ginger Rogers o la insuperable Escuela de Sirenas de Esther Williams. Bueno, también las de John Derek y las de Jorge Negrete.Todos los años se hacía la Fiesta de la Primavera. Había fiesta en la plaza, reina y desfile de carros alegóricos. En una esas fiestas a Pamela le correspondió ser dama de honor de la reina infantil. El pasearse en un carro alegórico en compañía de un paje particular alrededor de la plaza y ante toda la ciudad, más un acto de gala en el Teatro Municipal, etc, etc, le sirvió a Pamela para vengarse de las risas por aquello de los loores a los maestros. Uno de esos años, los niños junto con Marina fueron a la plaza. Desde el edificio de la Municipalidad estaban animando la fiesta.- ¿Algún voluntario quiere venir a cantar?, preguntó el animador.Sin saber cómo los chicos liderados por Marina estaban ante el micrófono. Allí, junto con otros voluntarios, dos suplementeros, se disponían a entonar alguna canción cuando alguien miró hacia abajo y, ¡horror!, sus padres los estaban buscando porque la hora permitida ya había pasado qué rato. El castigo consecuente hizo que murieran varias vocaciones musicales.La mesa del comedor de diario tenía unos cajones al costado. Pamela abría uno de ellos y se introducía imaginariamente dentro, para luego hacer unos viajes por parajes de fantasía. Creo que ella nunca contó de estos viajes imaginarios, que podía repetir a voluntad y en lo cuales se transportaba realmente. No recuerda en qué recodo de su vida desaparecieron. Fue una época hermosa, en donde ganó a una querida amiga, Virginia, con quien conoció esa colección de libros maravillosos : El Tesoro de la Juventud, mientras intercambiaban sus sueños y fantasías.La niñez de Pamela transcurrió en ese mundo de felicidad y ensoñación, con un algo de misticismo, mezclado con juegos y los primeros enamoramientos infantiles. Los juegos con un grupo de niños en la plazuela de la Iglesia de San Francisco, fueron inolvidables. Su primer amor Toño, un chico rubio, desgarbado. El juego del "corre el anillo" y la "penitencia" : Darse el beso del pañuelo, esto es un beso a través de un pañuelo que otros sacaban repentinamente, para encontrarse los labios infantiles en un primer beso lleno de emoción.


IGLESIA Y CONVENTO DE SAN FRANCISCO (Postal enviada en 1905)

Plazuela Manuel Rodríguez frente a la Iglesia de San Francisco.
Fue testigo de nuestros juegos infantiles y los primeros besos como "penitencia" para recuperar prendas perdidas en el juego del "corre el anillo".

TEATRO MUNICIPAL. SAN FERNANDO 1947.

Recuerdos en torno al Teatro Municipal de mi ciudad

Homologando la estupenda película de Woody Allen, “Días de Radio”, imaginándomela también con un soundtrack jazzístico de los años 30, para mi uno de los atractivos de sus principales películas, voy a revivir mis años, aquellos años en que el cine era una de mis principales atracciones.Este amor por el cine nació, siendo muy pequeñita, viendo las películas que nos daban en la matinée, sagrada de los fines de semana, y a la que asistíamos todos los hermanos (somos varios), tras intensas negociaciones en las que yo, la más chica, era la portavoz entre ambos padres, cada uno diciendo, “pregúntale a tu papá” o viceversa, para conseguir el permiso y el financiamiento consabido. Mirándolo desde la perspectiva del tiempo, estoy segura que ellos sabían desde el comienzo que el permiso iba a ser positivo, pero les gustaba hacernos “sufrir” un poco, seguramente riéndose para adentro.Y ahí partíamos raudamente al teatro (no era llamado cine entonces, y era en realidad un teatro, con escenario, foso para la orquesta, platea alta y la llamada galería más arriba).
Y henos ahí, al son de la magnífica Marcha de los Nibelungos de Wagner que el teatro ponía a todo volumen, entrando con expectación al cine. Se exhibían al menos dos películas, combinando una de cowboys, una musical, una mexicana, de guerra o de aventuras, sin faltar al final la serial que nos dejaba con el alma en un hilo hasta la semana siguiente y la cómica Merry Melodies.Pero a mi definitivamente las que más me gustaban eran las musicales….Eran películas para niños y teníamos que sentarnos en la platea baja, debajo de la alta y galería, ya que los nenes se dedicaban especialmente en el entretiempo, a lanzar hacia abajo papeles de caramelos y otras basuras varias, que valía más la pena eludir. Eso si, uno quedaba a merced de que en el fragor de una batalla entre indios y vaqueros, justo cuando llegaba la caballería del ejército a salvarlos, los de “arriba” zapateaban excitados desprendiéndose polvo y más de alguna arañita. El ruido era ensordecedor.Los rollos con las películas que se distribuían en esa época eran pocos y me imagino que debían hacer un largo recorrido entre la capital del país y las ciudades menores. Por eso llegaban muy tardíamente a nuestras localidades. Recuerdo cuando llegaban los rollos, a veces atrasados para la función, seguramente por la tardanza del tren.Una vez no obtuvimos el financiamiento deseado y un primo que estaba de visita, más osado que nosotros, nos propuso “colarnos” en el cine sin pagar. Lo intentamos varias veces, pero no hubo caso con el portero implacable y siempre atento. Ya había empezado la función cuando por fin el portero nos dejó entrar. La sala totalmente a oscuras, veníamos cegados por la luz del sol, no calculamos bien y nuestro primo casi se cayó al foso de la orquesta. Aturdidamente no atinó sino a sentarse sobre ¡las faldas de una niñita!, que protestó indignada.Con este mismo primo quedábamos muy motivados después de ver alguna de esas entrañables películas de aventuras y después atropelladamente nos decía tartamudeando: a mi hermano: tuuu, vaas a seer el bandido, yoo, el jovencito y tú (yo), laaa nniiiña y partíamos rodando nuestra propia película.Recuerdo que me impactó mucho en esos días la película “Cuando los Mundos Chocan” (When Worlds Collide) de 1951, viendo al malvado millonario inválido, levantarse de su silla de ruedas impotente al ver partir la nave financiada por él para salvarse de la colisión.Teníamos un tío sacerdote, párroco en un pueblo cercano. Él exhibía películas a sus feligreses y también traía a nuestra casa el proyector y algún rollo de película que veíamos en nuestro propio hogar. Es lo más cercano que nunca he estado de ese mágico mundo. Creo que alguna vez también nos filmó, pero de eso no quedó ninguna huella.El Teatro Municipal estaba frente a la Plaza de Armas de la ciudad. En esos días y todos los años, se hacía la Fiesta de la Primavera. Había fiesta en la plaza, reina y desfile de carro alegóricos. En una de esas fiestas me correspondió ser dama de honor de la reina infantil. El pasearse en un carro alegórico en compañía de mi propio paje alrededor de la plaza y ante toda la ciudad, más un acto de gala en el Teatro Municipal, etc, etc., me sirvió para sentirme tan, tan importante…esos fueron “días de gloria”.Uno de esos años para una de esas fiestas, los hermanos estábamos junto con nuestra niñera, casi tan niña como nosotros, en la plaza. Desde el edificio de la Municipalidad estaban animando el “show”: - ¿Algún voluntario quiere venir a cantar?, preguntó el animador. Sin saber cómo y liderados por la niñera niña estábamos ante el micrófono. Allí, junto con otros voluntarios, dos suplementeros (vendedores de diarios), nos disponíamos a entonar alguna canción cuando alguien miró hacia abajo y, ¡horror!, nuestros padres nos estaban buscando porque la hora permitida ya había pasado hacía rato. El castigo consecuente hizo que murieran varias vocaciones musicales…. Y de musicales volveré a hablar en otro post. (Escribió Pamela).

MUNICIPALIDAD DE SAN FERNANDO ENTRE LA GOBERNACIÓN Y EL TEATRO MUNICIPAL.

(Ver Video Merrie Melodies) JUNGLE JITTERS

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