Tuesday, December 23, 2008

 

Mi Personaje Inolvidable: Don Leopa


Colaboración de Pilar Pérez Ahumada que ha vivido casi toda su vida en Peralillo y es una de las personas que más sabe del pueblo y de sus personajes.




En los albores del siglo XX vivían en Calleuque varias familias acomodadas que posteriormente se vinieron a Peralillo donde se construyeron las primeras casas del pueblo.
Uno de los caballeros, Don Wenceslao Sánchez tenía entonces tres hijas casaderas; Dominga, Dorila y Jovina. Por circunstancias que yo no conozco llegó a Calleuque un señor español, natural de Estepa en Andalucía, Don Mariano Torres acompañado de toda su familia, su esposa, sus hijos entre los que se contaban: Leopoldo, Enrique, Remedios y Mercedes.

Leopoldo, joven, buenmozo, de ojos azules, naturalmente causó sensación entre las niñas; cuando Dominga lo vio dijo:

-¡Qué "gringo" más lindo! Tengo que casarme con él.
Ella debe haber sido una morena muy agraciada, yo la conocí ya viejita y era muy simpática y cariñosa.

Hay una anécdota respecto a estas niñas:

-Un huasito conversaba con otro y le decía:
-Las señoritas Sánchez son muy elegantes, se visten por la estación.
-¡Vaya! le contesta el otro,
-¡Si serán escandalosas!

Es así como Leopoldo y Dominga se conocieron, se casaron y se amaron toda la vida, desafortunadamente no tuvieron hijos.
Pronto se armó el matrimonio de Enrique con Dorila quienes tuvieron tres hijas mujeres y un varón, ellos fueron los hijos que Dios no le había dado.

Don Mariano se construyó una hermosa casa que mantuvieron hasta que él murió. Esta fue adquirida por Don Faustino Molina, abuelo de Alicia Palma de Alarcón, su actual dueña.

Cómo es sabido Don Mariano comenzó la construcción de la iglesia de Peralillo la que fue terminada por sus hijos don Leopoldo y don Enrique en 1926.

"Don Leopa" como todos lo llamamos fue un personaje muy especial. Muy amigo de mi papá; yo lo recuerdo a la cabecera de nuestra mesa deleitándonos con sus historias y chascarros, historias que dicho sea de paso, se las escuché más de una vez.

Era metódico, frugal, muy serio pero amable y propenso a la risa conservando siempre su aire señorial. Cuando mi hermana María conoció al que fuera su marido vino don Leopa a pedir, en nombre del joven pretendiente la mano de su hija, "con calcetines azules", como así se estilaba.

Tengo de él tantos recuerdos... Lo veo participando en alguna fiesta en el parque, repartiendo dulces y empanadas de arroz con leche a los niños de la escuela entre los que estábamos con mis hermanos. En la Pascua después de la "misa del gallo" a las 12 de la noche, detrás de un mesón ubicado en la calle lateral del templo, vendiendo mistela y "cola de mono" preparados por él mismo para ayudar a la Parroquia.

En esos tiempos no existía ni Viejo Pascual ni árbol navideño; nosotros íbamos a la misa con el papá y todo era muy lindo.


Don Enrique Torres (Foto de mi mamá)

Muy amigo de los curas. La verdad que ellos le proporcionaban trabajo, construyendo o reparando torres de iglesias en distintos lugares y allá partía junto a su hermano Enrique que siempre vivió a su lado.

Recuerdo que para Santa Rosa se iba a Pelequén donde su amigo el cura párroco Benjamín Redard y se instalaba tras las ventanillas donde se pagaban las mandas.

Las señoras le decían :

-¡Padrecito!, convencidas de que era un curita.

Y qué decir de las onces campestres en su linda quinta de la "Población Nueva" con corderos enteros asados al palo, que organizaban con su amigo Eustaquio. Allí estábamos todos los chiquillos, yo con mis hermanos y los hermanos Larenas sentados en el pasto mientras don Leopa nos llenaba la falda de frescas frutillas, cosechadas allí. ¡Nunca comí otras más ricas!

Don Leopa tenía una radio a galena cuando aún no las había en el pueblo, se escuchaba con unos audífonos y mis hermanos que eran ahijados suyos se pasaban allá continuamente.

En 1939 él seguía paso a paso la trayectoria de la Guerra Civil Española, con un gran mapa de España, colocado en la pared lleno de banderitas, siguiendo las alternativas del General Mola (al que una gitana le dijo que moriría con las botas puestas y claro murió en accidente aéreo).

Sus dos hermanas estaban muy bien informadas sobre todo lo que ocurría y se las oía conversar siempre sobre eso y discutir acaloradamente.

Existió en Peralillo un periódico llamado "La Comuna" (hubo otro, años después) en el que comentaban noticias, vida social del pueblo, chistes y adivinanzas.

Recuerdo ésta:
Su nombre está en la "botica"
y su apellido en la iglesia.
¿Quién es el personaje?
Respuesta: Remedios Torres.
Cómo se ve los peralillanos no estaban exentos de buen humor.

Bien ahora sólo me resta despedirme hasta una próxima oportunidad y rendirle un pequeño homenaje al señor Leopoldo Torres Muñoz.
Texto y fotos Pilar Pérez

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Aporte de melisa:



Foto rescatada de mi archivo personal, tomada quizás por mi mamá en un almuerzo donde están en primer plano don Eustaquio Pérez, a su lado don Leopoldo Torres (tratando de tapar el sol con su mano) y luego mi abuela Epigmenia Arratia Cáceres vda. de Vidal.

He contado anteriormente que cuando ya no estaba mi mamá, mandé a revelar muchísimas "planchas" de fotos sacadas por ella y encontré ésta en la que distinguí fácilmente a un señor que mi papá dijo era don Leopoldo
, por lo tanto, yo también lo conocí.

A lo relatado por Pilar con respecto a las navidades de antaño, quisiera agregar que, en una Pascua, quizás año 1945, la parroquia organizó una representación en vivo del nacimiento de Jesús, montado el escenario sobre un "coloso" tirado por un tractor, mi hermana Nana fue la Virgen María, Sara y yo fuimos ángeles, podría asegurar que además de alas, nos pusimos el vestido de Primera Comunión y nos encresparon el pelo enrollándolo con papel y amarrado con tiras para formarnos unos rulos. Quizás también estaba la Cecilia Castro, la Nena y Javiera Leyton, el Walterio, hermano de Rhenzo y muchos otros de nuestra generación. Dímos una vuelta por el pueblo mostrando este pesebre, fue una hermosa y única experiencia.

Si bien es cierto, lo más importante de esta festividad era la Novena del Niño Dios e ir a la "misa del gallo" para celebrar su nacimiento, también nos ilusionaba la visita del "viejito pascuero", mientras dormíamos nos dejaba un regalo que descubríamos al día siguiente, invariablemente, para las niñas, una muñeca (cabeza, manos y piernas de yeso y cuerpo de género relleno) y para mi hermano un juguete de madera: un camión o un caballo de palo, una pelota o un tambor. ¡Inolvidable!

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