Sunday, April 03, 2011

 

La montaña más bella

DEPORTES Sábado 9 de Julio de 2005

Mauricio Purto

Existen montañas llamadas las más bellas. Eso he escuchado decir del monte Ama Dablam, en el Himalaya del Khumbu, las tierras del Everest. También del cerro Alpamayo, hermoso nevado de la Cordillera Blanca del Perú... Y qué decir del Cervino de los italianos, el Matterhorn, como llaman los suizos a la espigada montaña de las cajas de chocolate, la montaña perfecta o ideal...

Para mí la montaña más bella del mundo tiene nombre de color predilecto. Y está en Chile. Es el cerro Morado, primor de los Andes Centrales. Su visión hacia el norte, por sobre el villorrio de Baños Morales, fue amor a primera vista. Entonces, a comienzos de los ochenta, me quedó claro eso que llaman el llamado de las montañas. Porque su belleza no sólo me cautivó contemplativamente. Quise subirlo, casi como una urgencia entrañable. Entonces también comprendí a los montañistas, aquellos hombres que como las sirenas de Ulises, sucumbimos a su llamado.

Desde lo Valdés, sobre la margen sur del río Volcán, el Morado aparece como una pirámide de roca y hielo que penetra hacia el cielo. Es su cumbre sur, rocosa, que distrae de la cumbre de más al norte, imperceptiblemente más alta, y nevada... Es el blasón de la comarca, y atrajo como ninguna montaña el deseo de los andinistas que, magnetizados por su belleza, vieron frustrarse veinte tentativas antes de fines de 1933. Relata el cronista Evelio Echevarría:

"Otro año honroso fue 1933. En el Valle del río Volcán, Lo Valdés era ya centro de montaña, y la actividad giraba en torno al recién construido refugio; los alemanes y sus descendientes esquiaban, hacían excursiones los fines de semana y ocasionalmente partían a buscar cumbres. Una joya entre éstas era el Cerro del Morado (4647 m), el que fue llamado en su tiempo "el Cervino chileno" por la impresionante pared de su cima sur (4490 m), que mira a Lo Valdés. En 1934 arribó a Chile la "Crociera alle Ande" del Club Alpino Italiano. Que los italianos ambicionaban la primera ascensión del Morado fue sabido por quienes consideraban a esta montaña el blasón de la comarca. Los amigos del Club Alemán Andino de Chile, Sebastián Krückel y Otto Pfenninger, lograron por fin escalarla en una actuación notabilísima, tras veinte intentos diversos de los andinistas más activos del país".

Tras su ascenso, dijo Krückel del Cerro Morado: "Ninguna montaña de la cordillera atrajo tanta competencia, debido a su belleza y a su fácil acceso. Ya en 1926, Eschenburg, Fetzahn y yo ubicamos la ruta de acercamiento y lanzamos el primer intento. Todavía con Albrecht Maass y otros hice tentativas en varias ocasiones. Siempre fuimos rechazados. Para este cerro hubo veinte tentativas antes de fines de 1933... En diciembre de aquel año Otto Pfenniger me persuadió de que deberíamos hacer la última tentativa. Y alcanzamos la cumbre en cinco horas desde el campo alto en Loma Amarilla, sobre la quebrada de Cortaderas. Hicimos progreso rápido debido a que los tramos difíciles nos eran conocidos por las muchas tentativas nuestras. Nos detuvimos llegado temprano a ese punto, lo mismo que otras cordadas. Pfenniger, de ordinario tan tenaz, tuvo ese día muy malos ratos. Y yo también me había anticipado algo así. Primero hubo que descender una parte por el flanco oeste y luego, una travesía peligrosa que ejecutar. En silencio, con preocupación, ocupamos la cumbre, pensando en nuestras esposas y niños en casa. Era el 23 de diciembre".

"Su visión hacia el norte, por sobre el villorrio de Baños Morales, fue amor a primera vista"

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