Wednesday, February 03, 2010

 

René Combeau: el fotógrafo de los años de oro del teatro chileno

www.latercera.com
31/01/2010 - 09:32

En los años 40, mientras el teatro local renacía con las Compañías de la Univeridad Católica y de Chile, un hombre disparaba sin cesar su cámara registrando cada hito.
por Denisse Espinoza A.


Fotografía de René Combeau

Fue el 22 de junio de 1941 cuando el teatro chileno cambió para siempre. A las 10 de la mañana, las puertas del Teatro Imperio, ubicado en calle Estado, se abrieron para el público con dos montajes nunca antes vistos en el país: Ligazón, de Ramón del Valle Inclán, y La guarda cuidadosa, de Miguel de Cervantes. Nacía el Teatro Experimental. Con el director Pedro de la Barra a la cabeza, un grupo de actores aficionados de la Universidad de Chile soñaba con hacer un repertorio de calidad y devolverle al teatro su carácter artístico.

Las décadas del 20 y 30 habían sido difíciles para la escena local. La llamada "crisis del teatro" se había desatado en parte por el auge del cine y la masificación de espectáculos musicales que frivolizaron las tablas.

En los 40, el sentimiento general era cambiar la forma de hacer teatro en Chile. Así lo hizo el Teatro Experimental y, dos años después, el Teatro de Ensayo, con Pedro Mortheiru, al alero de la Universidad Católica. Ambos revitalizaron la escena, montando obras clásicas y modernas, extranjeras y chilenas, convirtiéndose en el semillero de grandes actores, directores y dramaturgos.

Una figura inesperada también nacería en paralelo al éxito de montajes como Nuestro pueblo, de Thornton Wilder, y Fuenteovejuna, de Lope de Vega. El fotógrafo René Combeau (89) fue el testigo mudo del renacer del teatro local. Por 20 años, capturó con su cámara cada paso que dieron las compañías de teatro universitarias y las independientes que surgieron después. Guardó más de tres mil negativos por otras cuatro décadas, hasta que en 2007, convencido del valor de sus imágenes, las donó al archivo de la Universidad Católica. La casa de estudios lanza ahora Teatro Chileno. Tiempos de Gloria (1949-1969). Desde la fotografía de René Combeau, investigación encabezada por la socióloga María de la Luz Hurtado, que reúne una selección de 200 fotos en la que el teatro chileno vuelve a brillar. Es la primera parte de un proyecto mayor que seguirá difundiendo el trabajo de Combeau con una exposición de 60 imágenes en marzo y un sitio web con toda su obra.

El libro no sólo reúne imágenes de emblemáticos montajes, como La viuda de Apablaza, La pérgola de las flores y La muerte de un vendedor. Además, protagonistas estelares (Bélgica Castro, Isidora Aguirre y Fernando González, entre otros) rememoran esa época teatral en que la única ventaja era que todo estaba por hacerse.

LO QUE VALE LA PENA

Perfeccionista y riguroso, las sesiones de Combeau duraban entre cuatro y cinco horas. El fotógrafo repetía una y otra vez las tomas hasta que daba con el encuadre perfecto. "Los actores se quejaban y él les decía: tengan paciencia porque esta es la memoria, el teatro desaparece, lo que queda es esta imagen. Y tenía razón", dice el fotógrafo Luis Poirot, amigo de Combeau y curador del libro.

Nada se le iba al fotógrafo. Antes de las sesiones, Combeau estudiaba los textos, iba a los ensayos y hablaba con el director. "Era el fotógrafo que más técnica tenía. Manejaba muy bien la luz y fue el primero en usar flashes electrónicos cuando en Chile no existían. Claro que todo era hechizo. El los construía, tenía algo de maestro chasquilla", recuerda Poirot.

El resultado: imágenes pulcras, con un toque cinematográfico. Ayudaba la depurada puesta en escena de figuras como Ramón López, Amaya Clunes o Guillermo Núñez, quienes imprimían en los decorados una estética que bordeaba la épica. La misma calidad se transmitía a todas las áreas.

En actuación aparecieron rostros claves, como Ana González, Ramón Núñez, Agustín Siré y María Cánepa. También directores: Germán Becker, Eugenio Dittborn y Víctor Jara, o los dramaturgos Fernando Debesa, Isidora Aguirre y Egon Wolff. El teatro se profesionalizó. De los clásicos de Shakespeare se pasaba al teatro radical de Bertoldt Brecht y Samuel Beckett, para luego apostar por montajes locales, como Las Pascualas, de Isidora Aguirre, y Versos de ciego, de Heiremans. El Teatro Experimental se estableció en la Sala Antonio Varas y el Teatro de Ensayo en la Sala Camilo Henríquez. En 1955 aparecieron los grupos independientes, como el Ictus, las Compañías de Lucho Córdoba, Alejandro Flores y Los Cuatro, de los hermanos Duvachelle. Eran tiempos dorados: los montajes estaban hasta tres meses en cartelera, con siete funciones semanales y las salas repletas. Combeau disparaba sin césar.

Aunque el dinero no compensaba, el teatro fue su pasión. Para comer, tenía su estudio fotográfico: primero en calle Ahumada, luego en Plaza de Armas y al final en calle Infante. También trabajó en publicidad para marcas como Nestlé y Maggie.

A inicios de los 70, el teatro cambió. La creación se volvió colectiva y por un tiempo se perdió la visión del director. "René se fue desencantando de ese estilo de teatro y se alejó. Después de 1973, volver era imposible". El registro de Combeau se detuvo. Sin embargo, siempre asesoró a otros fotógrafos. "Era reservado, no le gustaba hablar de su vida privada. Pero conmigo fue generoso", dice Poirot. En esos años, a Combeau se le detectó una diabetes que lo mantiene recluido en su casa hasta hoy. Dejó la fotografía, nostálgico de sus años teatrales. "Siempre me decía: lo único que he hecho que valga la pena son las fotos de teatro. De lo otro no me interesa guardar nada, no tengo nada", concluye Poirot.

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