Saturday, November 07, 2009
Museo San Francisco: En el corazón franciscano
EL MERCURIO
V/D
sábado 7 de noviembre de 2009
Al cumplir cuarenta años, el Museo de San Francisco busca abrirse a la comunidad como parte del trabajo pastoral y cultural de la orden. Hoy, su objetivo, además de autofinanciarse, es potenciar el tema colonial a través de una red de museos.
Texto, Paula Donoso Barros; Fotografías, Viviana Morales
Un gallito de la pasión, su gallina, y una perra con algo de cocker en los genes y veinte años en el cuerpo, circulan entre turistas y visitantes de la tercera edad por los corredores embaldosados del Museo de San Francisco. Martín, la Negra y la Panchita participan de la vida monacal que transcurre en plena Alameda, donde conviven tras las paredes rojas la iglesia de San Francisco, el museo de la orden y un grupo de catorce hermanos y sacerdotes. Una forma de vivir que representa a los franciscanos y que, en un momento, los hizo rechazar la oferta de la Dibam para convertir el lugar en un centro patrimonial, porque significaba trasladar a los religiosos.

La puerta de la Sacristía muestra la laboriosidad de los artesanos coloniales.

La Sacristía exhibe casullas, y varios confesionarios y arcones construidos en Chile.

Atrás, imagen de San Pedro de Alcántara en madera policromada.
-No quisimos salir de acá, aunque nos ofrecían un edificio nuevo, para que no se perdiera el espíritu: esto es más que un museo y una iglesia, es un convento; los frailes están presentes: hacen misa tres veces al día, conversan con la gente en los jardines. Verlos circular con sus hábitos puede parecer un atractivo turístico pero, para nosotros, es parte de nuestro trabajo pastoral-, dice el hermano Francisco García, director del museo e Historiador del Arte titulado en la Universidad Sek.

En 1951 la Iglesia y el Convento de San Francisco fueron declarados Monumento Nacional.

Una gran colección de cerraduras y chapas fabricadas entre los siglos XVI y XIX.
Con esa convicción ha ejercido los tres años que lleva en el cargo. "Nadie mejor que los franciscanos pueden cuidar su patrimonio", dijo en un momento y la declaración no cayó bien, especialmente en sus creadores, la Corporación de Amigos del Patrimonio Cultural de San Francisco, y en la administración anterior que ejerció por 35 años la dirección del museo. "Cuando asumió el nuevo Provincial de la orden, señaló que una de las prioridades de la Provincia franciscana chilena sería el trabajo cultural, y qué mejor foco cultural que este museo", señala sin ánimos de controversia el hermano García.
Hacerse cargo implicó una serie de obligaciones que él asumió entusiasta con menos de treinta años. La tarea del hermano Paco, como todos le llaman, y el equipo de museólogos, conservadores, restauradores e historiadores que le acompaña, apunta a alcanzar el autofinanciamiento, tema que logran entre otras cosas con el arriendo de una sala del museo donde se realizan charlas, conferencias o exposiciones temporales. Paralelamente se han dedicado a potenciar el museo en el ámbito de la educación y la extensión.

La gran sala: 54 óleos que narran la vida de San Francisco, pintados entre 1668 y 1684 en Cusco.
No sólo quieren que la impresionante colección de 54 óleos cusqueños del siglo XVII, que relata la vida de San Francisco, o las salas con cerrajería y valiosas piezas de arte colonial pertenecientes a los franciscanos y que dan cuenta de la espiritualidad durante los siglos XVI y XVIII, sean su oferta al público. "También buscamos poner al alcance materias para diversas áreas de estudio: textos de museología, de conservación; de historia de la iglesia, de la Provincia, del museo, y la posibilidad de acceder al archivo de la orden. En este momento hay gente haciendo sus tesis acá... Ahora, lentamente estamos en el proceso de digitalizar la consulta para no tener que hojear los libros físicamente".

Una de las hermosas imágenes policromadas que acompañan el corredor.

Sala de la Platería: copones, relicarios, ánforas, atriles, que datan del siglo XVI.
Sus talleres de restauración y conservación trabajan dedicados a la obra del museo, y aspiran a prestar formalmente servicios a la comunidad, como otra manera de obtener entradas.

El portal dice que la primera piedra de la iglesia se puso en 1572. La construcción finalizó en 1618.
Están abocados a conservar y potenciar lo que tienen, ya que por razones de espacio, principalmente, no aspiran a crecer. Eso los hizo rechazar la Colección Gandarillas, 400 piezas que finalmente encontraron su sitio en el Museo de Arte Colonial La Cava, que se construirá en el Centro de Extensión UC durante el 2010. "No pudimos aceptarla porque implicaba muchas exigencias que no éramos capaces de solventar. Lo agradecimos en el alma; es una colección valiosa, pero requería una sala especial que no tenemos y el museo no puede crecer en este momento".

Una arcada de anchos pilares recién pintados da una imagen luminosa al patio central.
Desde el año pasado trabajan el tema extensión junto al Museo de La Merced y al Museo Histórico Dominico. Juntos crearon la Red de Museos Coloniales con la intención de fortalecer y difundir la temática en todos los ámbitos. Por ejemplo, con el ciclo de charlas conjuntas sobre ese período, que ya tuvo su segunda versión. "Estamos abiertos a todas las actividades culturales patrimoniales que se quieran organizar. Queremos poner en boga el tema colonial, con actividades doctas y lúdicas: una semana sobre el mundo de La Colonia, con sus comidas y vestimentas; hacer intercambios de colecciones... El Museo San Francisco tenía sus nichos muy cerrados y queremos integrarnos en todos los mundos", dice el director.
Texto, Paula Donoso Barros; Fotografías, Viviana Morales.
VER GALERÍA FOTOS
V/D
sábado 7 de noviembre de 2009
Al cumplir cuarenta años, el Museo de San Francisco busca abrirse a la comunidad como parte del trabajo pastoral y cultural de la orden. Hoy, su objetivo, además de autofinanciarse, es potenciar el tema colonial a través de una red de museos.
Texto, Paula Donoso Barros; Fotografías, Viviana Morales
Un gallito de la pasión, su gallina, y una perra con algo de cocker en los genes y veinte años en el cuerpo, circulan entre turistas y visitantes de la tercera edad por los corredores embaldosados del Museo de San Francisco. Martín, la Negra y la Panchita participan de la vida monacal que transcurre en plena Alameda, donde conviven tras las paredes rojas la iglesia de San Francisco, el museo de la orden y un grupo de catorce hermanos y sacerdotes. Una forma de vivir que representa a los franciscanos y que, en un momento, los hizo rechazar la oferta de la Dibam para convertir el lugar en un centro patrimonial, porque significaba trasladar a los religiosos.

La puerta de la Sacristía muestra la laboriosidad de los artesanos coloniales.

La Sacristía exhibe casullas, y varios confesionarios y arcones construidos en Chile.

Atrás, imagen de San Pedro de Alcántara en madera policromada.
-No quisimos salir de acá, aunque nos ofrecían un edificio nuevo, para que no se perdiera el espíritu: esto es más que un museo y una iglesia, es un convento; los frailes están presentes: hacen misa tres veces al día, conversan con la gente en los jardines. Verlos circular con sus hábitos puede parecer un atractivo turístico pero, para nosotros, es parte de nuestro trabajo pastoral-, dice el hermano Francisco García, director del museo e Historiador del Arte titulado en la Universidad Sek.

En 1951 la Iglesia y el Convento de San Francisco fueron declarados Monumento Nacional.
Una gran colección de cerraduras y chapas fabricadas entre los siglos XVI y XIX.
Con esa convicción ha ejercido los tres años que lleva en el cargo. "Nadie mejor que los franciscanos pueden cuidar su patrimonio", dijo en un momento y la declaración no cayó bien, especialmente en sus creadores, la Corporación de Amigos del Patrimonio Cultural de San Francisco, y en la administración anterior que ejerció por 35 años la dirección del museo. "Cuando asumió el nuevo Provincial de la orden, señaló que una de las prioridades de la Provincia franciscana chilena sería el trabajo cultural, y qué mejor foco cultural que este museo", señala sin ánimos de controversia el hermano García.
Hacerse cargo implicó una serie de obligaciones que él asumió entusiasta con menos de treinta años. La tarea del hermano Paco, como todos le llaman, y el equipo de museólogos, conservadores, restauradores e historiadores que le acompaña, apunta a alcanzar el autofinanciamiento, tema que logran entre otras cosas con el arriendo de una sala del museo donde se realizan charlas, conferencias o exposiciones temporales. Paralelamente se han dedicado a potenciar el museo en el ámbito de la educación y la extensión.

La gran sala: 54 óleos que narran la vida de San Francisco, pintados entre 1668 y 1684 en Cusco.
No sólo quieren que la impresionante colección de 54 óleos cusqueños del siglo XVII, que relata la vida de San Francisco, o las salas con cerrajería y valiosas piezas de arte colonial pertenecientes a los franciscanos y que dan cuenta de la espiritualidad durante los siglos XVI y XVIII, sean su oferta al público. "También buscamos poner al alcance materias para diversas áreas de estudio: textos de museología, de conservación; de historia de la iglesia, de la Provincia, del museo, y la posibilidad de acceder al archivo de la orden. En este momento hay gente haciendo sus tesis acá... Ahora, lentamente estamos en el proceso de digitalizar la consulta para no tener que hojear los libros físicamente".

Una de las hermosas imágenes policromadas que acompañan el corredor.

Sala de la Platería: copones, relicarios, ánforas, atriles, que datan del siglo XVI.
Sus talleres de restauración y conservación trabajan dedicados a la obra del museo, y aspiran a prestar formalmente servicios a la comunidad, como otra manera de obtener entradas.

El portal dice que la primera piedra de la iglesia se puso en 1572. La construcción finalizó en 1618.
Están abocados a conservar y potenciar lo que tienen, ya que por razones de espacio, principalmente, no aspiran a crecer. Eso los hizo rechazar la Colección Gandarillas, 400 piezas que finalmente encontraron su sitio en el Museo de Arte Colonial La Cava, que se construirá en el Centro de Extensión UC durante el 2010. "No pudimos aceptarla porque implicaba muchas exigencias que no éramos capaces de solventar. Lo agradecimos en el alma; es una colección valiosa, pero requería una sala especial que no tenemos y el museo no puede crecer en este momento".

Una arcada de anchos pilares recién pintados da una imagen luminosa al patio central.
Desde el año pasado trabajan el tema extensión junto al Museo de La Merced y al Museo Histórico Dominico. Juntos crearon la Red de Museos Coloniales con la intención de fortalecer y difundir la temática en todos los ámbitos. Por ejemplo, con el ciclo de charlas conjuntas sobre ese período, que ya tuvo su segunda versión. "Estamos abiertos a todas las actividades culturales patrimoniales que se quieran organizar. Queremos poner en boga el tema colonial, con actividades doctas y lúdicas: una semana sobre el mundo de La Colonia, con sus comidas y vestimentas; hacer intercambios de colecciones... El Museo San Francisco tenía sus nichos muy cerrados y queremos integrarnos en todos los mundos", dice el director.
Texto, Paula Donoso Barros; Fotografías, Viviana Morales.
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Labels: Museo San Francisco