Monday, October 05, 2009

 

Grandes tragedias que han enlutado a los andinistas nacionales

www.lacuarta.cl
5 Ene 2003

La abominable muerte blanca...

Marcelo Romero Goenaga

Hondo caló en el alma nacional la muerte en Campo de Hielos Norte de los siete jóvenes andinistas que intentaron dejar su huella en esa casi inexplorada zona. No es la primera vez que la montaña o tierras inexploradas se quedan con la vida de los conquistadores. En la memoria han quedado casos que ahora vuelven a reflotar con esta tragedia.

Avalancha en Lo Valdés

En 1953, 23 alumnos y 3 profesores del Liceo Salesianos “Don Bosco” de Santiago, mueren cerca del refugio de lo Valdés, valle del Río Volcán.

El 7 de julio de 1953, en el sector Lo Valdés del Cajón del Maipo, a 90 kilómetros de Santiago y a 2.000 metros de altura, la alegría de 23 estudiantes de Sexto Humanidades del liceo salesiano Juan Bosco, que realizaban su gira de estudio, fue borrada de un plumazo por una avalancha que enterró el refugio donde acampaban, construido en la década del '40.
También perdieron la vida el padre Lino Morras y el profesor Juan Alcaíno, quienes estaban a cargo del grupo. Es quizás una de las mayores tragedias que aún hoy es recordada por un monolito en Lo Valdés que tiene grabado el nombre de todas las víctimas.

Aconcagua de doble filo
El monte Aconcagua, el más alto de la cadena andina, con sus 6.800 metros de altura, repartida entre Chilito y Argentina, luce bonito a los ojos de los turistas. Pero pocos se acuerdan que el 27 de febrero de 1944 cobró la vida de cuatro escaladores, entre los que estaban Juan Jorge Link y su esposa, considerados como una de las parejas de montañistas más caperuzas.
Durante casi diez días subieron sin cesar, aguantando el mal tiempo que los azotó, pese a ser verano. Era tanto el frío que no se aguantaba, se quitaban los zapatos para frotarse los pies. En vez de bajar, con la cumbre entre ceja y ceja, igual le echaron para adelante, hasta que el frío y la tormenta terminaron por vencerlos.

En 1999 el Aconcagua no les dio la pasada a siete escaladores europeos, en accidentes distintos por culpa de una tormenta. Se trataba de un yugoslavo, un coreano, dos alemanes y dos polacos. La fuerte ventisca y temperaturas de hasta 20 grados bajo cero voló las carpas e hizo caer en distintos puntos a los andinistas en quebradas de difícil acceso.

El Osorno y el Illimani
En febrero de 1987, tres chilenos y dos alemanes protagonizaron una dramática búsqueda que mantuvo con el alma en un hilo a los chilenos. Lamentablemente no aguantaron el fuerte cambio de clima, cayendo en quebradas que les provocó la muerte.
En Bolivia existe el monte Illimani, de 6.410 metros de altura, que por alguna razón no quiere nada con los escaladores chilenos. En julio de 1989, el país quedó impactado al conocer la mala suerte de seis andinistas criollos. Ellos eran Hugo Tapia, programador en computación y jefe de la expedición; Juan Carlos Peña, ingeniero; Soledad Rodríguez, esposa de Peña; María Orrego, secretaria; César Verdugo, técnico eléctrico, y Rodrigo Ramírez, estudiante.

Un violento rodado empujó a uno de ellos, pero como iban encordados en grupos de a tres, todos cayeron a una grieta donde perdieron la vida.

Trágicamente una década más tarde, los chilenos volvieron a escuchar del Illimani. También en julio, pero en 1999, el empresario Alfredo Andoine, en ese entonces presidente de Laboratorios Chile, falleció al comenzar el descenso tras alcanzar la cumbre, tras resbalar en una cornisa de nieve, cayendo 300 metros.

Tres al hilo el 2001
El 2001 fue muy penca para el andinismo criollo. Tres desgracias pegaron fuerte en la barra.
En febrero el experto instructor Sergio Zárate, de 36 años, cayó al vacío junto a su alumno inglés, William Wood, de 33, en una quebrada ubicada en el sector de San Gabriel, en el Cajón del Maipo. En versión del Cuerpo de Socorro Andino de la época, habría fallado el sistema de anclaje de las cuerdas a la roca, lo que empujó a ambos al vacío.

Un error técnico habría sido la causa que derivó en la muerte de tres andinistas chilenos en julio, quienes le ponían empeño en conquistar la cumbre del nevado de Huandoy, en Perú. Encordados, cayeron en una grieta de 400 metros, falleciendo instantáneamente.

El mismo mes, la felicidad de hacer cumbre en el monte Gasherbrum I, de 8.068 metros en medio de los Himalaya, se transformó en desgracia para los familiares de Claudio Gálvez. Junto a Luis Alvarez, también instructor de montaña de la Universidad de Santiago, llegó a la cima. Al bajar, el ventarrón blanco no dejó ver a Gálvez que lo que pisaba era un cristal de nieve, cayendo sin darle oportunidad de enganchar su piolet, desapareciendo en un profundo glaciar de 1.500 metros.

Comiendo pasto
Pero tal como sostiene Claudio Lucero, a la montaña hay que conocerla, entender sus fuerzas y debilidades. Quizás eso fue lo que aprendió por la fuerza de los hechos Juan Carlos Rodríguez. En abril de 1988 tenía 18 años. El viernes 1 de abril junto a dos amigos partió desde su casa en la comuna de San Miguel con la idea de escalar el cerro Abanico y después echarse al hombro la cumbre del San Ramón.
A la hora de bajar, no hubo acordeón acerca de la ruta a seguir. Cada uno se fue por su lado. Juan Carlos se fue por la ladera del Cajón del Maipo, pero se le hizo tarde y aterrizó nada menos que en la zona de los glaciares. Se hizo un refugio y al otro día siguió la caminata, pero le empezó a entrar las dudas porque simplemente no había ni un alma.

Fueron 96 horas terribles para su abuela Ana Silva, quien juraba que sólo esperaba "encontrar su cadáver". Como un chivo, "fui recogiendo pastos y ramas, las que mascaba para salivar", recordó. Felizmente después de aplastar kilómetros de tierra, encontró un lugareño cuidando sus vacas que estaban pastando.

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