Wednesday, September 23, 2009

 

COMER Y VIAJAR: EL HUEVO DURO

REVISTA DEL DOMINGO

domingo 20 de septiembre de 2009

Este manjar, asegura nuestro cronista, va mejor con el viaje tranquilo y gozador de antaño que con las frenéticas carreras actuales.
por Ruperto de Nola



¿Qué tendrá el huevo duro, qué encontrará en él la humanidad que, apenas se le insinúa un viaje, es en lo primero que piensa? Quizá hoy la juventud, con tal de llevar la contra, dirá que abomina de los huevos duros, que "le prefiere el sanduis o el completo". El huevo duro no viene bien con estos tiempos. Es manjar lento: hay que detener el tráfago, pelarlo con prolijidad. En fin: va mejor con un peripateo tranquilo, que no con frenéticas carreras.

Hace unos días convidamos a unos amigos a comer cualquier cosa, lo que hubiera. No había mucho, a decir verdad; panes, algo de fiambres, algún poco de sopa, y de postre, fruta. Nos pareció poco, y pusimos muchos huevos duros en un canastito. ¿Creerá Su Mercé que apenas uno se tentó, aparte del suscrito?

Pero ¿qué nos pasa, caramba? Se acerca el 18 y ya comienza a oírse la musiquita de la cumbia; nadie piensa en un buen huachalomo salpreso, sino en anticuchos; las papitas fritas desplazan a las empanadas y el pebre cuchareado ("chimichurri" le llaman: ¡es que somos tan gauchos!). Antes, anuncio de ir al Parque y comenzar a cocer duros los huevos era todo uno.

Pero no se le dé na', Madame: habremos de iniciar un movimiento amplio de rescate, lanzaremos al viento dieciochero una proclama: ¡comeremos todos los huevos duros que Dios sea servido de ponernos al alcance, de todas las maneras posibles, en las mil combinaciones a que se presta! Ya se nos hace agua la boca con el pensamiento de los "huevos a la tripa" que hemos de despachar sin falta: mucha cebolla a la pluma, frita lentamente en mantequilla con una pizca de azúcar, un poquito de harina, y luego muchos huevos duros cortados en rebanadas, todo bien mezclado. Espérese no más. Comeremos huevos "mousseline" con mayonesa de jamón molido hasta casi perder el conocimiento (no lo perderemos, claro; no se me espante; sería estúpido no estar bien alertas para disfrutar de ese manjar).

Ahora que nos llaman a la brevedad, sin embargo, le hablaremos del mejor relleno para sándwich que es posible pensar. Mire, vea.


Mayonesa de huevo duro

Prepare una mayonesa casera con una yema, aceite de oliva extra virgen, sal y limón. Que quede durita. Cocine duros unos cinco huevos. Enfríelos, pélelos y muélalos no muy finamente con un tenedor; o píquelos, para que no se le pase la mano en la molienda. Pique asimismo unas cuantas hojas de lechuga. Agregue a la mayonesa el huevo duro y la lechuga, corrija el aliño de sal y póngale, si quiere, un poco de pimienta recién molida. Mezcle. Haga su sándwich con una porción generosa de este relleno sublime. Luego, ¡viaje por el recuerdo!

por Ruperto de Nola.

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melisa: a mi mamá y a mi abuela les gustaba mucho acompañar la ensalada con un huevo duro relleno con la mezcla de lechuga picada finita y la yema bien aliñada con sal, aceite y limón, costumbre que mi cuñada adoptó porque a sus hijos y luego a sus nietos les gusta muchísimo, forma parte de su menú.



El huevo duro era infaltable en los paseos al campo, a la cordillera o a la playa.
Junto a la presa de pollo, el huevo duro y la Bilz u Orange, era el cocaví típico en los inolvidables y lentos viajes en tren a Pichilemu. Para los niños un exquisito banquete que empezaba en cuanto partía el tren.
Recuerdo que la sal la llevábamos en un paquetito hecho con un papel de diario e íbamos espolvoreando el huevo en la medida que lo engullíamos. Comerse un huevo de esta forma era bastante atorador, por lo que había que tomar bebida.

Uno de los paseos que hicimos cuando chicas, siendo estudiantes del Colegio de la Inmaculada Concepción de San Fernando, fue cuando nos llevaron a Rancagua a un Congreso Eucarístico. Por supuesto, fuimos en ayunas porque teníamos que comulgar. Tuvimos que llevar cocaví: pan, pollo, huevos duros, fruta, y bebida, nos consiguieron un lugar para almorzar en casa de Gloria Butrón, compañera de curso.

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